sábado, 26 de noviembre de 2011

Amateur versus profesional


Parafraseando a Manuel Manquiña en Airbag “discutamos el concepto con el fin de discutirlo”
Versus no significa exactamente “en contra”. La palabra "versus" es un participio latino que significa "orientado hacia", "encarado a" o "en dirección a"… No está muy claro hacia dónde vamos unos y otros, más bien hacia dónde podremos ir en las actuales circunstancias; pero el teatro sobrevivirá a cualquier situación por catastrófica que se nos presente porque toda sociedad necesita un teatro donde mirarse. Un teatro que no requiere estas etiquetas que nos empeñamos en poner, porque el teatro para responder a clasificaciones, necesita de tantas categorías para ordenarlo como los seres humanos.

Pero si tenemos que partir en dos lo partimos y nos encontramos con que es una línea sinuosa y finísima la que separa a los dos colectivos, amateur y profesional, en el teatro.

Si lo queremos tener claro debemos centrarnos en algún aspecto concreto, por ejemplo el económico, para determinar dónde se encuadra cada compañía. Porque no nos vale como criterio la calidad. El teatro mortal se asoma a las butacas gratuitas y a las de 50 euros. Deberíamos cortar por tantos sitios, tener en cuenta tantos aspectos de la teatralidad para evaluar una compañía o grupo, que nos quedaría el pastel teatral desmenuzado con unos pocos pedazos rescatables para llevarse a la boca. Unos sabrían a afición, a pasión por el teatro, otros a rigurosa profesionalidad.

El criterio racional, científico, el económico, tan aparentemente distante de lo que es el quehacer teatral, también puede confundirnos. Cada vez son más los grupos amateurs que recurren a profesionales para enriquecer sus trabajos en aquellos aspectos que no llegan: pongamos dirección, técnicos, autores, montaje, incluso actores. También es cada vez más habitual encontrar profesionales que ante la imposibilidad de vivir ejerciendo su oficio, proyecten su capacidad artística en formaciones amateurs aunque ocasionalmente sigan ejerciendo su profesión teatral.

¿Qué nos separa entonces? ¿Es tanto? o ¿es tan poco? Mi interpretación es que estamos separados por una coyuntura político-económica. Suena bestia, pero si consigo explicarme es muy simple, elemental, creo.

El modelo neoliberal impulsa la privatización de los servicios públicos. El acceso a la cultura es un derecho constitucional que este sistema económico-político, apuesta por conseguirlo, favoreciendo la empresarización en el sector teatral. Evidentemente con la crisis el modelo entra también en crisis, los teatros se vacían porque no hay dinero para programar ni para pagar entradas; pero hasta el momento se sigue empujando hacia el sector privado. Las redes de teatro han impulsado el paso de las compañías amateurs a profesionales, reservando este espacio público en exclusividad para los grupos constituidos como empresas.

El sector amateur resentido, no tanto moralmente como económicamente, ha hecho valer su papel abriéndose camino de la mano de federaciones y administraciones sensibles a su labor, con circuitos específicos, impulsando muestras y festivales.

Y esto es lo que fundamentalmente y coyunturalmente nos separa, para unos las redes de teatro, para otros los festivales y muestras de teatro amateur. ¿Hay algo más?. Si, cada grupo o compañía hace su opción y se sitúa en uno u otro circuito, es opcional. Lo que no cabe es estar en todos los sitios como Dios. Es así.

En Navarra la separación entre compañías profesionales y amateurs empezó a gestarse hace unos veinte o treinta años. De aquellos ochenta resisten algunos grupos en los dos sectores; pero en la articulación institucional de esa disyuntiva, (A o P), en Navarra estamos en pañales. La Red de Teatros, las asociaciones de profesionales, tanto de gestores como de creadores, la federación de teatro amateur, las muestras y festivales de aficionados, tienen menos de tres años de existencia.

¡Ojala hubiéramos creado un espacio único!, un espacio público para la cultura sin restricciones ni categorías; pero hoy por hoy cada uno se ve obligado a jugar en su espacio, en este teatro dividido en dos.

Mientras no se dé esa situación, es lógico que nos incomode que los profesionales se presenten a festivales de teatro amateur. Somos lo que queremos ser, pero también lo que nos obligan las circunstancias. Si la necesidad lleva a los profesionales a acceder a los canales del teatro aficionado, ¿cuál va a ser nuestro espacio? ¿no es justo que nos dejen jugar a los aficionados también en el otro campo?. Lo único que pedimos es tener oportunidad de hacerlo en las mismas condiciones.

No hay espacio para la ambigüedad, para los “emergentes”. En todos los aficionados hay un resquicio para ese deseo de vivir del teatro. Hace poco participando en los Encuentros de Teatro del Norte, consultaba a los organizadores de un reconocido festival de teatro amateur, precisamente por este fenómeno. Al festival que estábamos organizando llegaban propuestas que resultan sospechosas. ¿Cómo detectarlas? No hay otra forma que rastrear la manera en que el grupo se define y se presenta públicamente. Es o no es.

Y para terminar vuelvo y no sé por qué a “Airbag”: “profesional, muy profesional”, espero que me haya salido por lo menos este el artículo.

Javier Salvo.

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