Los bancos regalan sandwicheras y chorizos
Institut del Teatre de Barcelona
Centro Cultural Tafalla Kultur Gunea.
26 de julio de 2017
El Festival de Teatro Clásico de Olite este año ha llevado
su sección de Escuelas de Teatro a Tafalla.
Hubo una propuesta a la Dirección de Cultura de Navarra por
parte de los grupos de Teatro Amateur de llevar al Centro Cultural Tafalla Kultur
Gunea la sección de Clásicos Amateurs que en años anteriores había tenido una
excelente acogida del público; pero Cultura no considera en este momento que el
teatro amateur entre dentro de sus programas de difusión de la cultura navarra.
Eso sí, como cualquier comunidad que se precie de estar
interesada por el desarrollo cultural de sus ciudadanos y quiera presentarse
ante el mundo como una sociedad moderna, necesitamos un Festival de altura, nuestro
Guggenheim como reclamo turístico y unas instalaciones modernas que contribuyan
entre otras cosas a que la cultura también sea un motor económico.
Precisamente esa modernidad cultural es la que cuestiona la
juventud del Institut del Teatre de Barcelona planteando una reflexión profunda
a partir de un trabajo de investigación sobre el edificio que habitan.
Un
edificio que comparte las características del Kultur Gunea en el que
presentaron su trabajo. Edificios fríos impersonales que permanecerán como
símbolos de una época de despilfarro, sin valores relevantes, que de alguna
manera nos condicionará y deformará si no hay resistencia. Pero la resistencia
surge inevitablemente cuando hay presión. Nos lo recuerdan estos jóvenes
poniéndonos de ejemplo leyes físicas como el principio de Arquímedes.
"Los bancos regalan sandwicheras y chorizos" es una trampa teatral. El mismo título es un
reclamo para acudir a algo que no llegaremos a ver. Como aquella “Cantante
calva” de Ionesco que solo se mencionaba en la función para informarnos que
seguía peinándose de la misma manera. Pero esta trampa teatral tiene que atraparnos
durante todo el espectáculo y estos jóvenes lo consiguen con su valentía.
Las imágenes, los ritmos y frescura con que nos muestran su
actividad en el instituto de teatro sin adornos superfluos, con absoluta
honestidad, sostienen un discurso profundo e interesantísimo sobre su realidad.
Un presente que quiere ignorar el pasado y no mirar al futuro para que no
exista otra posibilidad que permanecer retenidos.
Pero el aire que recorre las
aulas impersonales y frías, la tierra y los cimientos históricos sobre los que
se sustentan los bunkers de la cultura mantienen inevitablemente su fuerza
creadora.
El resultado es un teatro donde predomina el discurso
político. No puede ser de otra manera el teatro que ahora sienta el pulso de la
juventud en esta España viva y muerta. Los personajes se confunden con las
personas que lo representan en monólogos que hacen suyos aunque los escribiera
el mismísimo Lorca, uno de los espíritus que habitan su instituto.
El teatro vivo tiene esa capacidad de propiciar experiencias
inolvidables, no solo a los creadores, también al público. Hay algo que
agradecer a estos Festivales y sobre todo a esta juventud valiente que asume
los riesgos de un teatro sin artificios para gustar al espectador que acude al
teatro a entretenerse. Para bien o para mal, estos espectáculos no dejan a
nadie indiferente.
No he podido dejar de recordar a otro grupo, también
catalán, también de un instituto: “La Inestable 21” del Aula de Teatre de
Lleida, que el pasado año en el Festival de Teatro del Tercer Sector atrapó al
público con una historia intimista, llena de hallazgos estéticos. Tampoco he
dejado de recordar que estas creaciones juveniles no contaron con suficiente
público joven. Hay respuestas a esta situación. La necesidad de que en se
extiendan en Navarra, como en otras comunidades, las aulas, talleres o escuelas
de teatro.
Los bancos regalan sandwicheras y chorizos. El teatro nos
proporciona lugares de encuentro entre las personas para exponer las
inquietudes de nuestro tiempo, para emocionarnos y reconciliarnos con la vida.
¡Viva el teatro!
Javier Salvo
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